lunes, 18 de enero de 2010

ORIGEN DE UNA CONDENA

Hace miles de años, en un tiempo muy diferente y que casi ha sido olvidado, el mundo era muy diferente a como lo entendemos, muchas cosas que ahora son vistas como realidad en ese entonces eran apenas una pequeña parte de lo que se podía ver, la realidad nacía dentro de la mirada de alguien, transformando y cambiando las cosas que había en ese tiempo

Era un tiempo de ángeles y demonios caminando sobre la tierra, minotauros, un tiempo de magos y hechiceros, de sirenas que con su canto esculpían en las nubes figuras hermosas y que con el sonido de violín de un duende cobraban vida

Era un tiempo muy diferente, casi olvidado, un tiempo donde los únicos monumentos que se creaban eran por y para el amor, sin embargo algo había que aprender en aquellos días

Aun a pesar de que el amor vibraba en aquellos días de manera sublime había algunas limitaciones, pues solo podías amar a alguien de tu especie, así los demonios amaban a otros demonios, y los ángeles a otros ángeles, las vacas a los minotauros, los soles amaban a otros soles pues no existían las lunas solo soles, al menos hasta el día que me condene yo, los cuervos a los buitres, las serpientes a ellas mismas, las piedras amaban al agua de los ríos que les acariciaban y les iban dando forma, así que no era raro que aquellos ríos se llamaran igual, “Los ríos de corazones” y es que las piedras bordeaban aquellos ríos tenían forma de corazón.

Los colores se amaban entre sí, y de sus romances siempre se teñía el cielo de diferentes colores, los arboles amaban las nostalgias que flotaban en el aire, y que el viento les traía para reposarles en las hojas, entonces los arboles agitaban sus ramas y las hojas de tonos marrones que se teñían así de ese color por las nostalgias, caían, y regalaban lluvias de hojas a quien se sentaba debajo de ellos

Era un tiempo muy diferente, demasiado diferente hasta los monstruos y las bestias que existían amaban, era una condena ser una criatura así, y parte de su condena era amar, amar sin conocer lo que amaban jamás, amar sin saber que, amar sin saber lo que se sentía ser amado, esas quizás serian las criaturas más temibles, pues eran el recuerdo de que había que seguir ciertas reglas o se pagaría la desobediencia con esa condena

Como en todos los tiempos siempre ha habido momentos para cambios, momentos en que todo se transforma y se comienzan nuevos ciclos, momentos en que desaparecen ciertas cosas y nuevas nacen, ese fue el tiempo en que yo viví, el tiempo en que me condene

Fui un demonio, hace tanto de aquello que ya no recuerdo mi apariencia de aquellos días, no recuerdo ni mi nombre, pero en los huesos tengo grabado el símbolo de un demonio, por mis venas no corre sangre, corre humo azul, corre veneno, corre muerte, eso es lo que conservo aun de mi esencia como demonio, pues un demonio tenía como defensa contra los ataques, veneno en la sangre, para evitar que otras criaturas les devoraran, así que sangrábamos por todos lados, sudábamos veneno, nos escurría de la boca veneno, llorábamos veneno, así que solo entre nosotros podíamos tocarnos pues un demonio es inmune a su propio veneno.

Éramos la muerte caminando entre todas las criaturas, sin embargo no se nos temía, se nos dejaba convivir con los demás simplemente cumpliendo la regla de no tocar jamás nada.

Yo rompí esa regla, por azar o por destino, porque fui un instrumento de los cambios que estaban sucediendo en aquel momento, la rompí como muchas otras y fui condenado

A pesar de tener la posibilidad de amar a otro demonio, mi alma estaba vacía, no sentía el amor dentro de mí, al menos no como lo veía nacer dentro de los otros demonios, y de todas las criaturas que habitaban aquellos días y parte de mi instinto era solo mirar a otros demonios en busca de ese amor

Para desgracia de aquellos días, una noche mi corazón de demonio por fin latió

Una criatura tan hermosa como lejana para mi rozo mi alma, y vibro todo en mi, una criatura de otra especie, inalcanzable para un demonio, y más un demonio como yo

La vi caminando a orillas de uno de los ríos de corazones, envuelta en lino blanco, con el cabello tan obscuro como la noche, unas alas tan largas y de las que emanaba una luz azul que la envolvía de pies a cabeza

No sé si fue su belleza lo que me atrapo o la manera en que sus ojos me miraron y su rostro dibujo una sonrisa tan cálida que el frio de mis manos se apago y no pude dejar de verla jamás

En aquellos días las palabras sonaban diferente, pues aun en silencio se decían tantas cosas y el entendimiento era más directo, una letra significaba demasiado, un suspiro decía los poemas más hermosos, y una mirada, una mirada te dejaba desnudo ante los demás

Fue así que escuche un latido de su corazón, y el mío le hizo eco y todo tembló, se lleno de miedo el aire porque los latidos corrieron por cada rincón de aquella tierra, todo mundo se asusto, pues algo terrible estaba por pasar, algo prohibido y que sería mi condena

Entonces miro alrededor y encontró un árbol seco, un árbol del que ya no había una sola hoja en sus ramas, y con el tronco hueco que indicaba que el alma del árbol ya había salido, camino hacia el sin dejar de mirarme y le seguí los pasos, nos metimos a aquel tronco para evitar que el eco de nuestros latidos se escuchara.

Latidos que decían amor, latidos que decían temor, latidos que decían por primera vez tantas cosas que nacían nuevas, llenas de vida, llenas de fuerza

Ambos sabíamos que si la tocaba moriría al instante, sabíamos que aquella necesidad de fundirnos en un abrazo seria letal, y que aquel beso que su corazón suspiraba no podía traer más que muerte

Sin embargo a pesar de todo ese miedo y esas ganas frustradas nos quedamos dentro de aquel tronco toda la noche, escuchando nuestros latidos, nuestros suspiros, nuestras almas queriendo salir de los huesos para aferrarse una a la otra, pero no podíamos hacer nada, nadie podía hacer nada ante aquel sentir

Pasaron muchas noches así, nos fuimos volviendo ausentes de día para nacer cada noche en aquel tronco, nacer como amantes a escondidas, como condenados a jamás poderse amar como los demás, como muertos que solo dentro de aquel tronco latían

En aquellas tierras ya los lobos corrían por los bosques, buscando a los desobedientes que habían hecho temblar aquel mundo, los verdugos afilaban sus cuchillas preparando la pena mayor ante aquella desobediencia, los sabios repasaban una y otra vez las reglas de aquellos días para ejercer un juicio sin fallos donde la condena fuera ejecutada sin ningún fallo

Los lobos recorrían cada rincón olfateando aquel latido, las criaturas temían y pasaban gran parte del día escondiéndose, por miedo a los lobos, por miedo a que se les confundiera, por miedo a que fuera real aquel latido, aquel temor que hacia temblar aquella tierra

Uno de esos días escuche a un hechicero hablar de una savia que escurría un árbol de flores moradas y que al cubrirse la piel con aquella savia el veneno de un demonio era neutralizado, lo dijo como burla hacia aquellos amantes secretos de los que todo mundo hablaba y temían existieran.

-que tontos son, si encontraran esa savia podrían marcharse lejos y vivir su amor sin que nadie los descubriera

Así que en ese mismo momento fui a buscar la savia de aquel árbol, había una montaña a orillas de uno de los ríos, donde había visto que paseaba un árbol así, era una montaña llena de acantilados, y que no tenia senda alguna para subir pues algunos arboles solían alejarse a lugares impenetrables, y se dedicaban a pasear en soledad

Subí por aquella montaña, subí lo mas apresurado que pude, subí colgándome de peñascos y balanceándome entre ellos, resbale algunas veces, mi piel se abrió y dejo salir su veneno, mis manos se llenaron de llagas, mi sudor dejaba rastro de mi sobre aquellas piedras, y poco a poco fui viendo entre las nubes que escondían la cúspide las flores moradas de aquel árbol.

A cada caída que tuve, a cada resbalón, me ponía de pie y me regresaba al camino la imagen de mi amada, la idea de poder escapar lejos y caminar rozándole la mano, poderle acariciar el rostro, y sentir su piel a cada día al lado mío.

Llegue hasta la cima, y allí estaba aquel árbol, al verme con una de sus raíces tomo una piedra y me la arrojo, con las ramas sacudiéndose fue acercándose a mi tratando de golpearme con ellas y con las raíces aventándome piedras, lo esquive varias veces y otras más fui arrojado por ellas, apenas con la fuerza necesaria para recuperar el aliento

Acorralado por aquel árbol fui sujetado del cuello con sus raíces, apretando fuertemente mi garganta fue sofocándome hasta que la imagen de mi amada despertó un latido que aquel árbol reconoció.

Me soltó de inmediato, caí jadeando fuertemente, tratando de recuperar el aliento que me tenía al punto de perder la conciencia

-es cierto entonces, es cierto lo que el viento me ha contado y lo que he escuchado en el frio de las nubes, es cierto el miedo que hay en las criaturas, es cierto algo terrible pasara. Dijo el árbol mientras retrocedía

-están condenados, siempre lo estuvieron y condenaran a toda la tierra por su desobediencia, están perdidos, están ya muertos, tu serás quien traiga la muerte a esta tierra y al corazón de quien amas. Y sus palabras me llenaron de temor, sobre todo porque sin importarme lo que a mí me pasara, si me importaba y mucho lo que a mi amada le pudiera pasar, sabía que podía matarla con mi veneno, sabía que podía condenarla si éramos descubiertos

-es por eso que he venido a verte, para evitar catástrofes, para evitar condenas, he venido por tu sabia para neutralizar mi veneno y escapar lejos sin que haya tragedia, sin que nadie salga lastimado

El árbol dio media vuelta y camino hacia la orilla de aquella montaña, me puse de pie y su silencio me dejo escuchar sus pensamientos

-te daré lo que has venido a buscar, solo para saber que es capaz de hacer el amor, si habrá condena o redención valdrá la pena descubrirlo si es por amor, y en tus latidos he escuchado que amas de verdad a tu amada. He visto mucho en estas tierras, he sido testigo de muchos años, y valdrá mirar algo nuevo invadiendo el aire, pero a cambio quiero que me dejes un poco de tu sangre, si la catástrofe inunda estas tierras al menos tendré manera de librarme de condenas que no son mías.

Aquel árbol extendió sus ramas armando una canastilla de hojas poniéndola en mis manos, entonces mordí uno de mis brazos para sangrar sobre aquella canastilla, le deje hasta el tope llena de mi sangre, el con una de sus raíces levanto un pedazo de su corteza y en otra canastilla de hojas dejo escurrir su savia, llenándola de la misma manera, después con otras hojas cubrió aquella canastilla como tapa, sellándola con un liquido que salía de sus raíces

-te dejo entonces suficiente sangre para que un árbol como tu libere su alma al beberla, y recibo de debajo de corteza la savia que mantendrá la catástrofe alejada de esta tierra, no ha de pasar tragedia alguna ni daño alguno a las criaturas que le habitan

Tome aquella canastilla, camine al filo de aquella montaña y me lance al vacio, sabía que la caída no me mataría por ser demonio pocas cosas podían hacerme daño, caí al rio que corría al borde de esa montaña, protegiendo la canastilla con mi cuerpo para que el impacto no la deshojara

Faltaba poco para el anochecer, y me apresure a llegar hasta aquel tronco donde mi amada y yo por fin podríamos liberarnos y escapar sin ser condenados….

Llegue lleno de entusiasmo y de emoción y espere a que mi amada llegara, sostenía la canastilla lleno de esperanza, lleno de fe en que todo sería diferente y que lejos de condenarnos ella y yo podríamos escapar para liberarnos

Después de un rato llego ella y mi corazón le conto de mi emoción y ella me regalo una sonrisa que ilumino toda la obscuridad que cubría aquel bosque

Tomo la canastilla y llena de pudor se desprendió de su vestido de lino blanco, quedando envuelta solo por sus alas blancas y radiantes que emanaban esa luz tan hermosa y que me llenaba de tanta tibieza el alma

Con sus manos fue cubriéndose la piel con aquella savia, cubriendo sus cabellos obscuros, sus labios pálidos que apenas dejaban asomar un poco de rosa, fue cubriéndose las plumas de sus alas, y fue cubriendo sus pies, y fue cubriendo su vientre y sus muslos, así fue cubriéndose todo el cuerpo, y a pesar de la savia de aquel árbol no dejaba de brillar su cuerpo iluminando con tal fuerza que hasta el agua del rio que estaba cerca parecía de cristales pequeños.

Así termino de cubrir su piel con aquella savia, quedando desnuda envuelta por sus alas, cubriendo la blancura de su piel que no dejaba de brillar y de deslumbrarme.

Entonces sonriendo se fue acercando a mi lentamente, mis pasos hacia ella eran cortos y llenos de temblores, temblaba cada parte de mi, temblaba con el mismo asombro que me despertaba su belleza el primer día que la vi, el primer día que mi corazón latió para ella y el de ella para mí.

Una vez ya de frente no podía despegar mis ojos de los suyos, sus ojos tan profundos y transparentes que dejaban asomar todo lo que había dentro de ella, nuestros corazones latían de tal manera que el agua del rio vibraba al ritmo de los suspiros que dejaba escuchar aquel dialogo entre su corazón y el mío

Levante la mano temblando, y la fui acercando a su rostro, sus ojos sentían tanta emoción como los míos, tanta que comenzaron a empañarse, y por fin el milagro de sentir su piel.

Si rostro se repego a mi mano que se cubrió con la tibieza de su piel, las lagrimas en ambos rostros salieron y las de ella las levante con mi garra de demonio

Tanto tiempo esperando, tanto tiempo buscando, había perdido ya la cuenta de los años que tenia sintiendo un vacio dentro, sin sentido a mi existencia más que el veneno que habitaba dentro de mí, pero todo cobró sentido cuando la vi y la escuche, todo tenía sentido al momento de tocarla y sentir sus lagrimas de alegría y hacer brotar las mías para sentirme vivo

Le tome el rostro con las dos manos recorriendo con mis garras cada poro de su hermosa cara, le recorrí sus cejas y su pequeña nariz, sus parpados que como telones cubrían ese hermosos escenario que eran sus pupilas, le recorrí los labios pálidos con ese brillito rosa que apenas y les teñía un poco, tibios, suaves, le acaricie las mejillas para seguirle secando las lagrimas, le sentí el alma sobre la piel, todo valía la pena, los años, la espera, el buscar toda una vida sin encontrar jamás eso que me decía su corazón y que ahora no dejaba de escuchar latiéndome en la piel, le acaricie mientras mis manos temblaban y todo mi cuerpo de demonio

Con su rostro entre mis manos le mire tan cerca, ella se fundió en los míos, donde habitaba desde hacía ya varias noches, y suavemente mis labios rozaron los suyos, y tibiamente le sentí, y con todo mi amor y el de ella nos juntamos en un beso mientas sus blancas alas se enredaban en las mías negras y frías.

Todo había valido la pena, los años, la ausencia, la búsqueda, el lanzarme al vacio, todo valía la pena ahora

Fue quitándome la ropa con los mismos nervios que yo tenía, y sus manos recorrían mi negra piel entre temblores y miradas que penetraban hasta mi alma que le gritaba que la amaba, le bese el cuello para probar su alma, le bese la clavícula para encontrar un hueco donde mi saliva envenenada se encharco, pero no le causo daño alguno, le recorrí con la mira y con las manos cada marca que había sobre su piel, su pálida piel tan tibia y suave, con un aroma que llenaba mi cuerpo y cubría la nada que había dentro de mí.

No hubo rincón que no contemplara maravillado, no hubo comisura alguna que no me llamara a besarle, a rozarle, a dejarle entre los poros anidado el recuerdo de mis labios, le bese con pasión, con la misma pasión que sus caderas arremetían contra las mías, le bese cada pluma de sus alas, casa huella que el pasado le había dejado sobre la piel fue borrada con mi veneno, que no único que mataba era su soledad y la mía.

Le mire la nuca mientras le abrazaba por detrás, deslizando mis garras sobre sus hombros, enredándome en su cabello, enredándome en la agitada respiración que al paso de mis garras subía de tono.

Así entre suspiros tiernos, gemidos de pasión, su sudor y mi veneno comenzamos a amarnos por primera vez, por única vez…

Mis garras le rozaban la espalda y el nacimiento de sus alas, de donde brotaba toda su pureza, poco a poco fui deslizando mi mirada hasta que encontré al final de su espalda un hueco que dividía en dos su cintura y marcaba el comienzo de sus caderas, me arrodille para contemplarle de cerca mientras mi nariz le recorría para saciarme con su aroma.

Al tener aquel hueco frente de mi me acerque y recargue mi cabeza mientras mis brazos le rodeaban la cintura y poco a poco recorrían sus muslos, me despegue y una de mis temblorosas garras se acerco para rozarle aquel hueco, su cuerpo tembló tanto como mis manos, su respiración se agito y el corazón gritaba su amor, y el mío toda la belleza que encontraba en ella.

Entonces acerque de frente mi rostro de demonio y bese aquel hueco… y la tragedia apareció.

La humedad de mis labios apenas había tocado ese hueco en sus espalda cuando su cuerpo se doblo brutalmente, le apreté fuerte de la cintura para sostenerle y que no cayera, jadeaba el aire como si se sofocara, aquel sonido del aire luchando por entrar fue tan fuerte y violento que las aves despertaron agitadas volando de entre las copas de los arboles, aullaron los lobos pues un latido moribundo había inundado el silencio de la noche.

Cada criatura que habitaba la tierra sintió un escalofrió recorrerle la espalda, todos habían sido condenados y las lagrimas rodaron inundando los bosques y las montañas, previniendo la tragedia que estaba pasando

Le recosté sobre la yerba despacio, tan despacio como aquella vida se había comenzado a escapar de entre sus alas, sus manos trataban de alcanzar su espalda pero no podían, le hice un poco de lado y vi su piel blanca contaminarse con el veneno de mi saliva, con el veneno que aquel beso había dejado.

Una mancha grisácea se iba extendiendo hacia toda su piel, las venas de su cuerpo le resaltaban en tonos verdosos y marrones, poco a poco iba intoxicándose su alma de mi veneno, mientras su cuerpo se retorcía entre jadeos y gestos agonizantes

Ese hueco que le marcaba la espalda y que fue el último en besarle fue el único lugar donde sus manos no alcanzaron a cubrir con la savia de aquel árbol, ese hueco que fue lo último con vida que le vi, y que tan asombrado contemple era el único lugar donde mi veneno le penetro por los poros y ahora la mataba sin que yo pudiera hacer algo, sin que nadie pudiera hacer algo

Sus ojos agonizantes se clavaron en los míos, mientras sus manos me tomaban el rostro tratando de secar las lágrimas que fluían de mis ojos como ríos, y que goteaban por mi barbilla hasta estrellarse sobre su pecho

Su corazón aunque en agonía no dejaba de decirme que me amaba y el mío no dejaba de pedirle perdón por ser un demonio con nada más que veneno en la sangre

Las plumas de sus alas se le fueron desprendiendo, el viento helado que recorría la tierra anunciando el principio de la tragedia, recogía las plumas de sus alas para llevarlas como prueba de que así era.

Los verdugos comenzaron la marcha con sus cuchillas afiladas, los sabios tomaron las tablas donde las leyes estaban grabadas y comenzaron a marchar también, cada criatura que habita sobre la tierra marcho, cada piedra que había se cimbro ante los pasos de todos, se fueron rompiendo al golpe de cada paso, de cada lagrima que caía sobre la tierra y que anunciaba el final de toda una era

En medio de aquel bosque y a orillas de aquel rio de corazones, mi amada agonizaba, mi hermoso Ángel perecía por mi veneno, por mi osadía de enamorarme de alguien que no era de mi especie, de alguien tan frágil y tan hermosa como solo ella podía ser

Su mirada compasiva me decía una y otra vez que no era mi culpa, que todo había valido la pena, que por vibrar una noche por verdadero amor, todo valía la pena y que si moría, moría en paz pues había encontrado por fin el significado de amar y de saberse amada

Yo no podía dejar de llorar y de besarle las manos, sus blancas manos que iba volviéndose grises al paso del veneno, y esa tibieza que tenían se extinguía dejando paso al frio mas mortuorio que podía existir

Su brillo fue apagándose, la claridad de sus ojos se torno obscuridad, una obscuridad a la que yo caía y de la que jamás saldría

Un ultimo jalón de aire y su cuerpo se rindió, sus brazos colgaron y por más que trataba de aferrar sus manos a mi rostro no podía, llore y llore, mi cabeza cayó sobre su pecho tratando de escuchar algún latido pero ya no había ni ecos, ni suspiros, ni el sonido de su alma abandonando su cuerpo

Llore sin darme cuenta de que cada vez con más fuerza retumbaba el suelo y que la marcha que me condenaría estaba acercándose.

Los primeros en llegar fueron los lobos, quienes atacándome fueron perdiendo la vida, uno me tiro la mordida sujetándose de mi cuello y alejándome de mi amada, al momento de la mordida cayó muerto, mientras trataba de volver a acercarme al cuerpo sin vida de mi amada los demás le imitaban mordiéndome las piernas, mordiéndome los brazos, todos uno a uno fueron cayendo muertos al tocar mi sangre sus encías, la rabia por aquellos animales que no me dejaban acercarme a mi amada me enfureció y comencé a atacarles a los pocos que quedaban llenándome la boca con su sangre, les mordía el cuello hasta arrancarles la piel mientas muertos caían con la saliva que en mi boca de rabia fluía.

Mi negra piel ahora era roja, roja de vergüenza, roja de la sangre se aquellos animales, roja de coraje contra mí y contra ellos que me alejaban de mi amada

Por fin cayeron todos y puede acercarme a mi Ángel, que ya no poseía brillo alguno en su piel, de rodillas al lado de ella mis lagrimas iban limpiando la sangre de los lobos, de rodillas sin valor para tocarla para no teñirle la piel de sangre, de mi odio, de mi vergüenza y mi culpa

De rodillas soltó mi corazón alaridos al cielo, mientras mis manos arrancaban mis doce cuernos maldiciendo el ser un demonio y no lo que ella era

Llegaron todos a donde de rodillas sufría mi tragedia, mi condena personal, ¿Qué peor condena para alguien que ama que perder al Ángel que amas?

Todos en silencio se acercaron, valientes, altivos, temerosos de lo que yo era, y de lo que había provocado en aquellos días, se acercaron con lagrimas en los ojos, lagrimas diferentes a las mías pues solo yo lloraba por la muerte de mi amada, solo yo lloraba por ser lo que era

El silencio dejaba escuchar mis lamentos, mis lagrimas cayendo sobre la yerba, mi corazón gritándole a mi Ángel, maldiciéndome una y otra vez por ser un demonio y no tener más que veneno dentro del alma

Uno de los hechiceros más sabios se acerco temeroso sujetaba las tablas contra el pecho mientras sus manos temblaban aferrándose a ellas.

Levante mis ojos llenos de lágrimas, goteando una mezcla de lágrimas y sangre, escurriendo la tristeza más profunda, la agonía incesante que desde aquel momento viviría por todos los siglos

Fue entonces que me condenaron, aunque ya era un condenado al morir mi amada, fui condenado a convertirme en una bestia, a renacer todas las vidas amando sin poder ser amado, a naufragar una y otra vez en la soledad y a vivir el dolor del desamor cada reencarnación.

Fui convertido en un hambriento que jamás probaría bocado alguno, que con las tripas pegadas a los huesos deambularía por el planeta una y otra vida, sin saberse amado, sin encontrar aquello que había perdido esa noche por su osadía de vivir el amor.

Aunque mi Ángel ya estaba muerto fue su alma también condenada, reposaría bajo tierra ardiendo en el infierno, un castigo que no merecía, así que suplique por su alma para que fuera liberada, suplique con toda mi tristeza y asumiendo toda la culpa de lo que había pasado, suplique con lagrimas en los ojos, suplique arrancándome mis cuernos y a cambio de poder deformar mas mi cuerpo los hechiceros aceptaron.

Fue entonces que uno de ellos con un pequeño frasco luminoso se acerco a ella dejo caer una gota sobre su frente y aquel liquido brillante le lleno de luz una vez más a mi Ángel

Una constelación de estrellas entonces salió de aquel rio con hilitos de luz le fueron enredando hasta que poco a poco el cuerpo luminoso de mi amada fue elevándose hasta que su luz ilumino toda la noche.

Aun a pesar de todo mi dolor fue visto por los hechiceros y mi amada fue perdonada convirtiéndola en la primera Luna que ilumino la noche y todas mis noches después de aquella por siglos

Mi corazón fue transformado en un cristal frágil, sostenido de mi clavícula por un hilito de luz, tan delgado que el menor latido le sacudía haciéndole vibrar hasta que mis huesos le arañaran dejándole una marca fui desterrado de aquel tiempo, fui enviando al limbo donde las almas esperan volver a nacer

Hace ya tantas vidas de aquel tiempo, hace ya tanto de aquella noche, y sigo reencarnando, y sigo renaciendo con mi corazón frágil de cristal, que se agrieta con una mirada, que se estrella contra mis huesos con un suspiro, pero jamás escucho latidos con mi nombre, porque he sido condenado a no ser amado jamás, a vibrar mi corazón con el amor, tan brutalmente que cada muerte que he tenido ha sido por amor, soy ahora una bestia, un condenado, un alma que tras muchas vidas aun no es capaz de ser redimido por el pecado de amar a alguien de otra especie, por haber nacido demonio con veneno dentro de la sangre, por sentir un hueco dentro que solo el amor de un Ángel pudo llenar

Antes de nacer uno tiene la oportunidad de escoger el cuerpo con el que quiere nacer, de acuerdo a la misión que tenga en la vida, antes de nacer escojo el cuerpo mas horrendo, mas pútrido, mas asqueroso, un cuerpo que no despierte más que asco, que no despierte las miradas de nadie, que no sea pretexto para una caricia, para un beso, un cuerpo tan horrible como el que cuando fui demonio tenia, escojo un cuerpo así a cada vida, para que mi condena no pese tanto, para evitar creerme merecedor del amor de alguien, para evitar a toda costa que alguien se enamore y le condene por ser la bestia que soy.

A cada renacer lo único que sigo manteniendo es el corazón de cristal, en cada vida se cubre mas de arañones, de fracturas que le distorsionan, que le opacan, que le hace ser una piedra simplemente.

En cada vida mi amada me acompaña vuelta Luna, y no hay noche alguna que no le llore pidiéndole perdón por haberla condenado y por haberla amado sin ser más que un demonio

Han pasado ya muchas vidas, muchas lágrimas, ha sido esta mi condena de buscar sin saber que busco, de buscar sabiendo que no encontrare, que mi alma mil veces puedo entregar y recibir nada a cambio del amor que fluye de mi corazón de cristal

Esta es la historia que he decidido inventarme para justificar la serie de eventos que se repiten una y otra vez en mi vida, esa serie de eventos que me hacen ser la bestia que soy, el condenado que late amado y que jamás volverá a sentirse amado, al menos hasta que todo el dolor por haber matado a un Ángel sea resarcido, no hay milagros ya para mi, esta es mi historia, esta ha sido mi historia con la que justifico el deambular con un corazón tan frágil que no puede hacer más que amar sin sentirse amado jamás.

Esta es la historia de quien amo a un Ángel y por matarle se condeno a amar a una Luna que jamás llegara

1 comentarios:

Anónimo dijo...

una historia extraña,pero me has dejado con un muy buen sabor en los latidos que revolotean en mi imaginacion

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