lunes, 28 de septiembre de 2009

CUENTO INSOMNE

Así que una tarde, pocas noches después de caer de mi Luna, mientras paseaba por la orilla de una playa y contemplaba el mar dejando que su metálico aroma me llenara el alma de nostalgia, fue que la vi.

Era el ser más hermoso que había visto y aunque escasas las plumas de sus alas, eran muy notorias y hermosas. Caminaba con un vestido blanco que arrastraba por la arena humedeciéndose cada vez que el mar le besaba con tímido oleaje sus pequeños pies.

Tan ligera era al caminar que no dejaba marcas en la arena que indicaran un rastro de sus pasos, sus pasos tan lentos, tan despreocupados, tan rítmicos como las cuerdas de un piano al acariciar sus teclas.

La vi y era como ver a la nostalgia caminar, como ver un fantasma tan ausente de piel, tan ausente de voz, tan ausente de respiros, sin embargo se movía, sin embargo el viento que le despeinaba dejaba ver el brillo de sus ojos, unos ojos obscuros y profundos, como el mar al que ella miraba.

Fue entonces que ella levanto la mirada y la clavo en mi, ella se acerco mientras inmóvil yo, me dejaba envolver por ese leve andar.

Me rodeo despacio mientras una de sus manos me tomaba del hombro, tu no tienes alas me dijo rompiendo el sonido de las olas que en silencio se quedaron para que su voz vibrara sobre el mar.

Jamás he volado, jamás he tenido alas, si alguna vez las hubiera tenido no me hubiera caído de la Luna, pero no tengo alas y jamás las tuve y me caí y estoy aquí, le respondí mientras hurgaban sus ojos dentro de los míos.

Conocí hace tiempo a un chico como tú, así sin alas, a pesar de que todos los humanos tienen alas el no las tenía, tampoco tenía corazón, por lo tanto no podía sentir nada, pero un día voló. Me dijo mientras sus ojos recorrían el mar hasta elevarse y perder la mirada entre las estrellas.

¿Le salieron alas? Le pregunte esperando que al contarme yo pudiera hacer lo mismo para regresar a mi Luna.

Pero la pregunta entristeció aquel hermoso rostro y una lágrima broto de aquellos profundos ojos y estire mi mano para evitar que siguiera rodando por aquellas mejillas frías. Su piel era suave y la vi tan bella a pesar de su tristeza, a pesar de la mía.

Entonces me miro, y tomando mi mano fue sentándose en la arena mientras su mano me invitaba a que la acompañara. Me conto que una noche mientras volaba sobre el mar mojando sus alas con espuma blanca encontró a aquel chico, y que así como yo la había visto a ella caminado sobre la arena mientras la melancolía le vestía la piel, así ella vio lo mismo en aquel chico, y sin saber cómo al cruzarse sus miradas ella se enamoro de él, no supo cómo, ni porque pero lo entiendo, ¿acaso existen más razones para enamorarse que un latido?

Así fue que ella decidió cerrar sus alas para caminar a su lado, le acompaño por mucho tiempo en silencio, mirando como aquel chico era como una maceta con tierra infértil y donde ninguna semilla podía brotar, así pasaron algunos días, demasiados quizás, hasta que ella hizo a un lado su miedo y con un abrazo le perforo el pecho y una plumas de sus alas se desprendió y se clavo en su corazón.

Desde aquel momento el pudo darse cuenta de lo hermosa que era, y de lo que ella sentía por él, haciendo que su paralizado corazón comenzara a latir, y latía, no sé si por ella, ella tampoco lo sabia pero lo que la hacia sonreír era escuchar por fin que el corazón de aquel chico a quien ella amaba latía.

Así entonces a cada latido una de las plumas de sus alas se desprendía y se clavaba en el pecho de aquel muchacho, ella no lo noto, el tampoco lo noto, solo se sentía mas ligera al caminar pero ella pensaba que comenzaba a acostumbrarse a caminar en lugar de volar.

Ella dejo de temerle a sus brazos, el comenzó a aprender a quitarse el frio entre sus labios, y los dos dejaron de temerle a sentir, y latieron juntos muchas tardes mientras caminaban por la playa, y sobre su cama bajita volaron más de una madrugada, y cada vez menos plumas, pero cada vez el tenia mas corazón.

Pero paso que el chico por ser la primera vez que sentía, no supo que sentir, ni por quien sentirlo y una madrugada despertó al lado de ella y le vio las alas marchitas y no le pareció tan bello su cabello regado por la almohada, ni sus labios le parecieron tibios, ni su pecho le pareció un campo de tulipanes, se levanto de aquella cama bajita y miro por la ventana buscando algo mas, pensando que quizás había algo más.

Volteo a verla con hastío, con cansancio, con indiferencia y el milagro de tenerla tan cerca no le pareció bastante, no le pareció un milagro, y al mirar de nuevo por aquella ventana vio pasar a una chica que tenia la misma mirada que el antes de conocer al Ángel, ella levanto la mirada buscando estrellas y se topo con su ventana y los ojos de el, el sin saber porque o como sintió amor por primera vez, ella sin saber porque ni como, escucho un latido, ¿acaso existen más razones para enamorarse que un latido?

En ese momento que se cruzaron sus latidos y se reconocieron a él le salieron alas, y de un brinco y sin voltear a ver aquella cama bajita donde dormía el Ángel, salió volando por aquella ventana hasta que tomo en un beso a aquella chica que caminaba por debajo de su ventana y en sus brazos se reconoció, y en sus labios encontró tibieza, y en su mirada encontró su reflejo.

Antes de que salieran los primeros rayos del sol el Ángel despertó y encontró aun el aroma de aquel chico refugiándose entre las sabanas, pero solo fue eso lo que encontró, de pie frente al espejo se miro marchita, llana, miro sus alas desplumadas, su cabello hecho una maraña y su corazón cansado, lloro, y lloro muchas horas, muchos días, se abandono en aquella habitación donde el recuerdo de aquel chico se anidaba en cada rincón, lloro mares, lloro soledades, lloro varios inviernos y una primavera.

Hasta que un día tomo valor, seco sus lagrimas y exprimió el recuerdo de sus lagrimas de su vestido hasta dejarlo blanco, y salió de aquella habitación, y aprendió a caminar en soledad, y aprendió a dar pasos sin sentido, ligeros, sin dejar huella sobre el piso, ni sobre la piel de nadie, aprendió que el frio se siente más después del desamor, que la soledad le abandona sin el recuerdo de un rostro, que las paredes son cartas donde se escriben besos y caricias los enamorados, aprendió a caminar simplemente a caminar.

Fue entonces que yo la vi, y ella me vio, y me senté a su lado a escuchar su historia, pero no contamos que había más escuchando aquel relato, pues la Luna y el Mar también estaban atentos a lo que el Ángel narraba.

Entonces el Mar rugió rompiendo el silencio en que se mantenía para poder escuchar al Ángel y la Luna radiante como siempre creció, y replegando sus olas el mar se levanto dejando al descubierto sus corales, y se agito hasta que levanto una ola de espuma blanca, sacudió la espuma sobre aquellos corales y como un brazo enorme estrello aquella espuma sobre la orilla en la que estábamos sentados.

Varias gotitas de espuma cubrieron al Ángel, una y otra vez el Mar estrellaba aquel enorme brazo de espuma sobre la arena, hasta que el vestido de aquel hermoso Ángel estaba completamente humedecido por espuma, lo mismo que su cabello y su rostro, del que escurría la espuma limpiándole los restos de las lagrimas que por aquella historia aun tenia debajo de la piel.

La Luna brillo y brillo mucho, dirigiendo sus rayos multicolor a las alas de aquel Ángel, acariciaban la espuma que escurría por las plumas y entonces se convertían las gotas de espuma en plumas de coral blanco y brillante.

Cuando me di cuenta el Ángel estaba ya flotando por la vibración de sus alas, y sus pies también fueron limpiados por aquella espuma que el mar salpicaba sobre aquel hermoso Ángel, más hermoso ahora que flotaba sobre aquella playa.

Entonces el Ángel agito las alas sacudiéndose los restos de la espuma, quedando completamente seco, me regalo una mirada y una sonrisa, y se elevo muy alto, tan alto que se perdió detrás de una nube, el Mar quedo en calma una vez más, la Luna volvió a menguar, y yo, yo me quede sentado un rato mas, el suficiente para ver salir el sol, después me levante y seguí caminando.

No he vuelto a saber de aquel hermoso Ángel, de vez en cuando mientras miro mi Luna parece pasar un rayo de luz de coral y entonces sonrío porque me gusta pensar que es ella.

Aun no sé como regresar a mi Luna, como bien me dijo el Ángel yo no tenía alas, y nunca las tuve, una tarde mientras tomaba un café cerca de aquella playa vi pasar a un chico que tomaba de la mano a una chica, no sé si más hermosa que aquel Ángel pero sus ojos le brillaban y su sonrisa irradiaba alegría, y alcance a ver en el reflejo de sus pupilas las alas de aquel chico, y supe que era el de quien el Ángel se había enamorado, y le vi feliz la verdad, feliz y enamorado, quizás no de un Ángel, pero su corazón latía por alguien que era lo importante, y al ver que el tiempo aun no menguaba aquel amor sonreí al ver que aun tenía el alas, hechas de las plumas de aquel Ángel que un día lo amo, sin razón, sin un porque,

¿Acaso existen más razones para enamorarse que un latido?

COPY..WHAT?

Creative Commons License Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.