domingo, 22 de noviembre de 2009

UNA LETRA MAS


No recuerdo cuando fue la última vez que te escribí, no recuerdo si te entregue la carta personalmente o te la envié en un barquito de papel o quizás en una botella que arroje al mar, no recuerdo si le puse remitente, no recuerdo si coloque de estampilla una estrella o varias.

Alguna vez te envié mis notas en mariposas estelares, en gotas de lluvia, en notas que sobrevivían al ruido del tráfico, de las marchas de esos días, de las protestas contra la apatía, contra la monotonía del día s día, alguna vez te deje un frasco de café en tu ventana, mi soledad enterrada en tu jardín de sabanas blancas, mis suspiros en un recuerdo que no alcanzamos a vivir y al cual me aferre por días para cobijarme del frio de inviernos en marzo, en abriles sin tu nombre, en septiembres donde faltaba tu color y tu sonrisa, y ese brillo que tiene tus mejillas cada vez que te sonrojabas.

No recuerdo que te decía en las últimas líneas donde no escribí tu nombre, no sé si me justificaba por ser lo que soy y no lo que mereces, no sé si te justificaba por no llegar o por marcharte, no sé si me disculpaba o te pedía, aun, un poco más de tiempo, y que me tuvieras paciencia para seguir creciendo, y que tuvieras presente mientras tu seguís apareciendo.

Y han pasado años y ya lo ves que sigo dando vueltas sobre las mismas letras, sobre las mismas palabras, pero es que no encuentro algo más importante que decirte, no tengo otra necesidad más que la de grabarte en esta distancia de melancolías lo que pasa en estos días que estas lejos, que estoy lejos y que no soy yo quien tu mereces que sea, y que sigo buscando aquellas cosas que te puedan hacerte quedar si es que un día llegas, y que le guardo a palmas cerradas lugar a tu mano, y a labios sellados esa palabra mágica que pueda sacarnos de nuestras ausencias.

¿Lo ves? Sigo siendo aun tan pequeño que mis brazos no te alcanzan, por más que fabrique escaleras de color atadas con hojas de papel los peldaños donde te escribo estos deseos que en estos inviernos me entibian el corazón, pero aun así no alcanzo a mirarte, y por más que busque entre estrellas y la pálida sonrisa de mi Luna, no te encuentro, quizás sea que ya no estás, que paso un ángel y te perdiste entre sus alas, y ahora vueles es sus brazos sin haber recordado un instante que aquí abajo hay un tipo raro que no deja de extrañarte, que se pierde a diario para encontrarse y encontrarte, que abandona suspiros y caricias y letras clavándolas en el asfalto sobre el que camina.

Y pasa un día mas, una letra mas, el silbido de un tren mas, otra marcha, mas tráfico, mas café, una canción más, un suspiro mas, y sigo desvariando entre las ganas de tenerte frente a mí y reconocerte y que me reconozcas, y perdernos tu y yo juntos, sin más ausencias, sin más olvidos, dejando maletas de culpas, bolsos rellenos en donde la capacidad de asombro ha quedado al fondo perdida entre tu labial y las sombras de tu maquillaje. Y pasan tantas cosas y sigue sin pasar nada. Y escribo una carta mas sin tu nombre, y cierros los ojos y me pierdo imaginando esos recuerdos que jamás hemos vivido, tan solo para que en la memoria olvidada de mis suspiros pueda entregarte esta carta y poder verte una madrugada mas.


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